El consumo energético del Bitcoin y la contaminación ambiental que genera supone un grave problema para gran parte de la población, y desluce la imagen del Bitcoin en muchos sectores. Lo cierto es que las instalaciones necesarias para que este sistema de pago funcione producen más emisiones de CO2 que muchos países del mundo.
La contaminación se genera por un motivo principal, y es que, el proceso de minar criptomonedas consume muchísima energía, en gran parte generada por los gigantescos servidores necesarios para realizar esta actividad. Y es que estas infraestructuras necesarias para llevar a cabo el proceso de minería, son mediante superordenadores que requieren un potente sistema de refrigeración para resolver complejos cálculos. Además, cabe recalcar que estos servidores nunca paran de funcionar, por lo que el gasto es desorbitado.
Según muchos investigadores, la minería de bitcoins utiliza cerca de 121,36 teravatios-hora (TWh) de electricidad al año. Una cifra gigantesca que supera en gasto a muchos países del mundo, incluído alguno europeo. Esta enorme cifra, sin duda, provoca un fuerte impacto en el medio ambiente.
Y no estamos exagerando, según el Centro para Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido, y sus nuevas herramientas para visualizar el minado del Bitcoin mundial. Si en lugar de un recurso como son las criptomonedas, este gasto lo hiciera un Estado, el consumo de electricidad superaría a países como Suecia y Ucrania, o por lo menos así era en 2019, en un momento de grandes tendencias alcistas.
En la situación actual, con el gran invierno cripto, no sabemos como se habrán modificado estas cantidades. Aunque parece lógico pensar, que ha visto su coste reducido.
Las máquinas dedicadas a minar bitcoins, son ordenadores especializados que se conectan a la red blockchain. Su trabajo es verificar las transacciones realizadas por las personas que envían o reciben la divisa, en un proceso que implica resolver complejos problemas matemáticos.
Como recompensa, los mineros ocasionalmente reciben pequeñas cantidades de bitcoin en lo que a menudo se compara con una lotería. Para aumentar las ganancias, los mineros conectan una gran cantidad de ordenadores, con el objetivo de aumentar sus posibilidades de conseguir bitcoin. Y como estos ordenadores trabajan casi día y noche para completar estos acertijos, el consumo eléctrico es muy alto.
Existe una gran diferencia entre el consumo de energía y la huella de carbono. Aunque es cierto que la mayor parte de la electricidad se produce a partir de combustibles fósiles como el carbón, el petróleo o el gas que son altamente contaminantes también se utilizan energías renovables (como la hidroeléctrica o la eólica) o energía nuclear.
Entonces debemos tener claro que, aunque está claro que importa el nivel de consumo de electricidad, también hay que tomar en cuenta cómo se genera esta mencionada electricidad. Sin ir más lejos, hay mineros en China que aprovechan la energía hidroeléctrica excedente en las represas. Esta energía de no aprovecharse de esta manera simplemente desaparecería sin ningún tipo de uso. Eso explica por qué la minería del bitcoin se ha expandido tanto en las provincias de Sichuan y Yunnan.
Otro caso ocurre cuando algunos mineros capturan el metano descargado o quemado y lo utilizan para generar la electricidad que requieren sus computadoras. Muchos activistas consideran que esos ejemplos son casos puntuales que no le quitan la responsabilidad ambiental a la industria del bitcoin.