Keith Gill, conocido por su papel crucial en el fenómeno de las acciones de GameStop en 2021, se encuentra nuevamente en el ojo del huracán legal. Gill ha sido demandado colectivamente por fraude de valores, acusado de orquestar un esquema de «bombeo y descarga» (o pump-and-dump) a través de sus publicaciones en redes sociales entre mayo y junio de 2024. Sin embargo, expertos legales anticipan que el caso podría no prosperar.
La demanda fue presentada el 28 de junio en el Tribunal de Distrito de los Estados Unidos para el Distrito Este de Nueva York. Martin Radev, representado por el bufete de abogados Pomerantz, acusa a Gill de manipular el mercado al no revelar adecuadamente sus transacciones de compra y venta de opciones de compra de GameStop. Según Radev, esto indujo a error a los inversores, incluidos aquellos que adquirieron acciones y opciones basándose en las publicaciones de Gill, resultando en pérdidas significativas.
Gill, conocido en las redes como «Roaring Kitty», reapareció en X (anteriormente Twitter) el 13 de mayo tras un descanso de dos años. Publicó una serie de memes que provocaron un aumento del 180% en el precio de las acciones de GameStop. Posteriormente, el 2 de junio, Gill reveló una posición significativa en GameStop en Reddit, lo que impulsó nuevamente el precio de las acciones. El 13 de junio, comunicó que había ejercido 120,000 opciones de compra, obteniendo millones en ganancias y adquiriendo más acciones de GameStop.
Eric Rosen, ex fiscal federal y socio fundador del bufete de abogados Dynamis, opina que la demanda tiene pocas probabilidades de éxito. En su blog, Rosen argumenta que la alegación de que Gill debería haber revelado su intención de vender sus opciones no se mantendrá en un tribunal. Explicó que no es razonable esperar que un inversor conserve todas sus opciones hasta su vencimiento exacto.
Además, Rosen cuestiona la racionalidad del demandante como inversor. Sostiene que es improbable que un juez considere razonable tomar decisiones de inversión basadas únicamente en los tuits de «Roaring Kitty». Según Rosen, la esencia de un caso de fraude radica en demostrar un engaño deliberado. Algo difícil de probar con las publicaciones de Gill, que consistían en memes y mensajes no explícitos.